martes, 1 de mayo de 2007

Un verano de tardes azules, un "hasta mañana" en el parque, todo un año de curso, una conversación, un abrazo, una aclaración, todo puede ser tan largo... Pero con el tiempo, queda concentrado en un respiro. Y mientras recuerdas y respiras, todo lo sacas y vuelves a guardar en una simple, cálida y enorme cajita.

sábado, 31 de marzo de 2007

Puedo contarte tantas historias sobre cada cosa, que mejor no te cuento ninguna y las miras tú misma, porque me quedaría corto y una solaparía a la otra, y la otra apoyaría a la una y contradeciría a la tercera. Sólo tienes que mirar a cualquier objeto y cualquier forma y esperar... esperar... y callar... eso que cuesta tanto para el ávido de conocimiento... Pero el conocimiento está en el silencio y también en la espera, porque el conocimiento muchas veces es reconocimiento simplemente... Sí, una palabra tan conocida pero extraña: reconocimiento... Está bien, hay conociniento sin reconocimiento, pero cuando se realiza el segundo, el conocimiento llega en el momento oportuno y es claro.

martes, 27 de marzo de 2007

Me acaricia la espalda hasta la nuca esta repentina melodía... Será sinverguenza? Cómo llegó a saber dónde tocarme justamente y cómo es que aún lo recuerda?... si ni yo mismo sé qué por qué me ha vuelto a hacer ésto... Desde que comienza a merodear por mi esternón ya me doy cuenta de que, inevitablemente, lo que hay más adentro está perdido...
Chica... hoy podría hacer muchas cosas por ti. Aprovecha, quieres? Un par de miradas, una palabra con aquella entonación, una ligera sonrisa, e incluso ese andar, es lo único que te costaría para que empiece... El resto, ya se verá... igual soy yo el que termina pidiéndote a gritos otro minuto más; seguramente sí...
Así, en calma, quiero este momento en donde te encuadro. Que suene esa encadenada y ascendente melodía que te podría acompañar durante meses, e incluso años... Tiene picos, valles y anchas hendiduras.

domingo, 11 de febrero de 2007

Es cierto... son frías las palabras Diciembre, Este, precipicio, orilla, sofá, cafetera.. Sí! El frío puede estar, de pronto, en varios lugares si una canción quiere.

Todo es de arena húmeda: está.... se transforma y desaparece....pero queda, siempre permanece en algún lugar.

Hay un sonido viejo y telarañoso guardado en un frasco aplastado y circular...esas voces siempre dan vueltas...están hechas para siempre volver... Pues bien, ese hombre que canta, expone, clama, expresa y adorna el ambiente, está esperándonos, ya nos había esperado y, lo más importante, nos esperará siempre.

Unmomento

Hoy iba por una calle y de pronto, unos ojos coincidieron con los míos. Es cierto yo los busqué, pero ellos se colgaron a los míos: aprovecharon y se montaron en el maravilloso momento de una comunicación casi instantánea. De ahí, físicamente siguió una ligera sonrisa, que de la misma manera y como proceso ya aprendido, produjo otra (porque por dentro sólo había agradecimiento por el concenso), y acto seguido me volví a ver caminando...

Hay un hombre que se está quejando en medio de esa canción. ¿No lo oyes? Quizá no lo parezca...La melodía lo camufla, pero sí...Si atiendes bien, se oyen algunos quejidos, algún momento de voz rota al final de una nota... Si pudese saber qué dice... lo entendería mejor. Debería intentarlo.

A dónde irán esos bytes...

De repente, por obra y arte de la técnica, despareció de mi vida un buen montón de bites.Sí, ya sé que es natural… Algo parecido ocurre en nuestra memoria: Los recuerdos son suplantados con el tiempo, por oportunistas vivencias más cercanas, y más presentes (los límites de nuestro disco mental; no somos perfectos). Pero las letras y pensamientos que queremos, y conseguimos guardar, ahí quedan pasivos, durmiendo, tranquilos, y dispuestos (tan sólo esperando una orden, y ya vuelven ante nosotros. A lo mejor son menos importantes, con el tiempo, pero se mantiene el poder de hacerlos siempre presentes. Aunque distintos, ya sé, matizados, mejor o peor colocados con los tiempos que corren; pero correrán con nosotros siempre, y nos traerán corriendo, del pasado.Pero esos pobres y desamparados bites que desaparecieron en un terrible e inesperado instante… cerraron la puerta, no hay manera. Fue, ya sé, como el mecanismo mental que olvida recuerdos innecesarios (¡el devenir que imita a la mente humana!): La vida, el azar, qué sé yo, que me cierra cierto pasado y deja abierto, limpio y renovado, toda una memoria con gigas deseosos de ser archivados.
Hay momentos célebres que han quedado en la retina de nuestros recuerdos como instantes apoteósicos, dignos de ser enmarcados; son aleteos certeros en el vuelo de un pájaro herido.

Mantén

Espero que estos hilos que me sostienen, con mi permiso,
Me mantengan fuerte en la medida de las posibilidades.
No espero que siempre sean confiada tanza, ni dura cuerda
(nunca fui amigo de insolentes sueños de grandeza afortunada, y no es natural).
Simplemente, deseo que se alarguen y acorten, nada más…
Que se acorten y alarguen, según se requiera, al menos…
Mejor… ¡Si tuvieran el don de la flexibilidad en los momentos cruciales…!

Emanación

No sé cómo esa palabra quiere clavárseme en el centro del alma o rodearme con sus notas esa frase… ¿Cómo lo haces? Lanzas réplicas como puñales o un trozo de raso…. Cada cuál es una virtud diferente, pero lo cierto es que impetuosamente sale de tu laringe y tu pecho un haz de sonidos que me conmueve para clavárseme, estaca que revitaliza, en el mío. Hay una apetitosa receta en el pecho de todo el mundo. Cada cierto tiempo me llega una tuya… Cada cierto tiempo me embriaga.

Sin olvidarme... devuélveme

Devuélveme mis ojos que ya te has mirado lo suficiente. Y mis oídos, colócamelos, porque los tuyos no me los prestas en cualquier momento... Por favor, no dejes que mis mandíbulas vuelvan a intentar darte una imagen o convencerte o comunicarte no sé qué recóndito, simple, propio o escuchado concepto e idea... Y algo más: Que no malgasten energía estos desamparados labios. ¿Y qué me dices de mis manos...? ¿Es que no piensas borrarles lo aprendido? Bueno... mejor así... Buen recuerdo tus cinco dedos y ciertas curvas... Pero déjamelo todo de nuevo, aunque no nuevo, hueco pero no vacío... Debo dejar sitio... Seguro que hay, en algún momento, materia con la que volver a llenarlo.

lunes, 5 de febrero de 2007

Sintecho.


Hombre de la noche y del día. Por ti han pasado, y se suceden aún, las horas a borbotones delante tuyo. Muchas de ellas iguales, como una fuente de momentos repetidos que a veces te salpican para refrescarte la memoria. Pero siempre confías tú, en que arreglarás esa avería o ese chorro de minutos incesante, colocando tu brazo experimentado y lleno de marcas, de caminos, de valles y montañas; él, con tu mano, algún día te sacará de este estanque agarrándote del cuello de la rancia chaqueta. Sí, porque entre las pocas cosas que te valen, o en las que aún confías, se encuentran tu mano, y a veces tu alma y tu cabeza... lo demás, ya no sabes bien a quién pertenece. De tu bolsillo un buen amanecer (sea la hora que sea, cuando abras los ojos), y encandilado por el rayo del cambio necesario, sacarás alguno de esos artilugios, que sólo se ven dentro de atuendos como el tuyo, para guiar ese fluido remanso de horas, para que no haga falta que te salpiquen cada cuánto a ellas se les antoje, porque ahora serás tú quien las tome de las riendas del segundero, en un trote que dejará atrás, nuevas marcas, caminos, valles y montañas.

domingo, 4 de febrero de 2007

La soledad de las cosas.

Una vez me dio por pensar en lo que ocurre en los lugares en los que no estoy, y sentí impotencia. No se trata de ese querer estar y disfrutar de todo lo que vemos en los medios, o imaginamos, que también se siente a veces. No, esto era más simple. Me refiero a una sutil pena por esa piedra solitaria, en lo alto de esa loma, o por esa planta o flor que no es vista ni observada; están tan solas! No me entiendan mal, no intento ahora alavar poéticamente a la naturaleza. Hablo de esa playa o esa ola, de esa carretera, torre eléctrica o esqueleto que han dejado los buitres, hace un año, como elementos resignados a no ser vistos, y lo siento. Claro, si nunca han sido vistos, no creo que echen de menos nuestras miradas o presencia pero, ¿Y si fueron observados alguna vez? Debe ser tanto el sentimiento de abandono, que ya ni piensan en él, o ni lo sienten algunos, sino cuando les da por recordar quienes fueron, lo importantes que fueron, o para qué fueron concebidos. Un día sales de tu casa, y ves los escalones a los que cada mañana pisas y miras, sin apego casi, pero reciben tu mirada, y son importantes para ti, porque atiendes a ellos, ya no sólo mirándolos, sino concentrándote en la pisada y colocación de tus pies, para bajarlos bien. Y qué me dices de ésa farola, disco de circulación o banco de parque; ¿acaso no son protagonistas de tus días? ¿ Me vas a decir que no entran en la rutina de cada uno de tus días? Pues sí, y tanto, que si una mañana han sido cambiados de lugar o han desaparecido, lo notas, te das cuenta. Pero qué me dices de esos objetos dejados a la mano de la dejadez unos, y a la mano de la lejanía otros. ¿Qué futuro les espera? Sí, ya sé que están ahí para algo o fueron ya parte importante de alguna maquinaria o momento, quizá en alguna década atrás, pero eso no quita ahora, que deseen ser mirados y percibidos. Un momento! No trato de entrar en el dilema de si las cosas se dan cuenta de todo esto (como pensarán algunos). Ese es un pensamiento que se me presenta ahora inservible. Me basta con que yo me de cuenta, y partiendo de ésto, puedo sensibilizarme con ello. Resulta que mientras escribo esto, pienso que la importancia a la cosas se la damos nosotros. No es como el ser vivo capaz de valorarse por sí mismo o de buscar que lo valoren, no, las cosas que no son "famosas", imprescindibles, o vistas diariamente (mensualmente, anualmente...), porque las cosas a las que me refiero, necesitan que les demos un vistazo, e incluso que les digamos: "Ey, qué curioso, qué forma tienes, y ese aspecto.... claro, la brisa marina es tan cruel con el hierro... pero eso te hace tan interesante!" o algo parecido. O nada, simplemente que nos demos cuenta de que ahí están, con esa forma, en esa posición... Porque no todas las cosas son como esa papelera estupenda, deseada por todo el mundo, o por el que camina cada mañana por Triana, o esa barandilla tan necesaria de ese lugar... e incluso esa tan ansiada señalización para el conductor (la envidia de las señales perdidas en cualquier carretera olvidada o mucho más que secundaria). No. Por eso, hagamos una toma de consciencia de que existen esos otros objetos desafortunados. Será una especie de homenaje en silencio. !Vamos, no sean perezosos! ¡Acaso estoy pidiendo la formación de una ONG para ellos!? Pido sólo que lo tengamos en cuenta.