Puedo contarte tantas historias sobre cada cosa, que mejor no te cuento ninguna y las miras tú misma, porque me quedaría corto y una solaparía a la otra, y la otra apoyaría a la una y contradeciría a la tercera. Sólo tienes que mirar a cualquier objeto y cualquier forma y esperar... esperar... y callar... eso que cuesta tanto para el ávido de conocimiento... Pero el conocimiento está en el silencio y también en la espera, porque el conocimiento muchas veces es reconocimiento simplemente... Sí, una palabra tan conocida pero extraña: reconocimiento... Está bien, hay conociniento sin reconocimiento, pero cuando se realiza el segundo, el conocimiento llega en el momento oportuno y es claro.
sábado, 31 de marzo de 2007
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